cuando cedió a la idea de "bienestar",
cuando al fin pensó que el destino
había ejercido a su favor una jugada genial,
volvió a perder, volvió a caer.
Por un momento creyó en la felicidad
por un instante fugaz
aceptó la posibilidad de percibir a su alrededor
seres dotados de sinceridad
dogmatizando individuos leales y confiables.
Nada más lejos de la realidad podía estar,
sola, rodeada de nubes de efímera bonanza,
llena de pensamientos que conducían
directo a espejismos y fantasías;
sola, yacía.
En medio de un vórtice fatal
ha vuelto a estar,
nuevamente derrotada por su triste existencia,
¡rodeada de calinas, desencanto, abatimiento, postración,
quimera, decepción, falsedad, fijación!.
Ánghela Marín
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